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Son las tres y media de la mañana de un martes cualquiera del año, salvo para unos cuantos que seguimos apurando las noches de fiesta. Acabo de llegar a casa y como casi siempre que vuelvo a casa de madrugada me gusta levantar la vista y ver las estrellas en el firmamento.

No sé si es el alcohol o la falta de sueño, o quizás sea una mezcla de ambas, pero he de decir que a estas horas, en estas circunstancias, me pasaría una eternidad contemplandolas, esas estrellas que me hacen sentir tan pequeño y a la vez tan grande, esas estrellas que han escuchado confesiones a altas horas de la madrugada según volvía de una noche de fiesta, esas estrellas que me hacen pensar en un futuro.

Y soy yo el que siempre las pregunto lo mismo: dónde esta. Y ellas nunca me responden….yo me respondo, pero mi respuesta es interesada, es condicionada, es esperanzada, pero al final  no es la respuesta. Y yo sigo en una búsqueda que creo que ha llegado a su fin, pues sigo creyendo que ya encontré aquello que buscaba.

Fiesta.

Llega septiembre y como todos los años en estas fechas llegan las fiestas patronales del pueblo. Torrelaguna esta de fiestas este fin de semana. Fiestas en honor de la Virgen de la Soledad pero en las que a quien de verdad se venera es al alcohol.

En estas fiestas, aquí y ahora hay dos actos fundamentales que justifican las fiestas: el primero, mas común y mas extendido es el del alcohol. Compañero desde el primer momento en que se planifican las fiestas, las botellas de destilados y los botellines de cerveza pululan por las peñas y bares para satisfacción de los cientos de fieles que buscan a su santo para celebrar con él las fiestas. Jóvenes, muy jóvenes y no tan jóvenes se adhieren con una fe ciega y casi inquebrantable durante estos dias a la religión del alcohol. Unos por costumbre, otros por sociabilizar, otros porque ahora se lo pueden permitir y otros porque son días de fiesta y todo vale.

He de decir que soy fiel seguidor de esta doctrina en las fiestas, hay días de excesos y hay días que te moderas, pero siempre o casi siempre estamos con el vaso en la mano. Eso sí, la edad ya va marcando limites y nos dice cuanto y hasta cuando podemos beber, ya no te emborrachas, ya no tienes resacas de caballo, pero beber sigues bebiendo…que para eso estamos en fiestas.

El segundo elemento fundamental de estas fiestas es el toro. Esa tradición bárbara y sanguinaria también es fundamental para la fiesta. Y lo digo porque les pese a los que les pese los toros siguen siendo algo fundamental e imprescindible en las fiestas del pueblo. En torno a ellos gira gran parte del día. La noche queda para el alcohol, pero el día es el toro. Los encierros por la mañana, en los que algunos insensatos (entre los que me incluyo) nos dedicamos a correr delante de esos bellos animales desafiando a sus cuernos y a su endiablada velocidad. Es espectáculo al que acuden los del pueblo y los de fuera, acto en el que hablas y corres con los demás, en los que te encuentras con la gente, en los que la adrenalina te da un subidon para luego poder relajarte al ver pasar la manada. Y después del encierro, la suelta del toros por las calles, el citarle en corto al toro parado, el arrear a correr cuando el morlaco decide arrancar, el recortar, el sol que empieza a calentar, los mansos que van y vienen intentando cerrar en la plaza al morlaco. Y nosotros en medio de la calle, a pie de asfalto, mirando de igual a igual a un poderoso animal que te puede quitar la vida con una pasmosa facilidad.

Y luego esta el post encierro, es decir las cervecitas y el tapeo cercano ya el mediodía en el que compartir las sensaciones del encierro, o juntarte con los amigos y los conocidos por los bares del pueblo hasta la tardía hora de comer.

Por la tarde tenemos la corrida de toros, esta es mas dura de soportar porque las largas noches de insomnio hacen que las tardes sean muy largas y pesadas, y si encima aprieta el calor entonces echate a temblar. Pero también tiene su parte buena, tienes a los vecinos de asiento comentando la faena, el vino en bota, el bocadillo y el gusto o disgusto de ser de los primeros en ver a las futuras figuras del toreo.

Y después de los toros a casita a descansar un rato, cenar y de nuevo a la liturgia del día a día en fiestas…

Me despido hasta otro día, a los del pueblo decirlos que nos veremos por las calles, celebrando las fiestas, saludandonos con un vaso en la mano. A los de fuera deciros que si os queréis pasar somos un pueblo acogedor…eso sí, siempre que tengáis un vaso en la mano ; )