Hoy sí que debería ser jornada de reflexión, para ciudadanos y sobre todo para esos políticos que hace justo una semana pedían el voto para ellos y sus partidos políticos.
Hoy se ha visto en Plaça Catalunya en lo que pueden desembocar las reacciones de ciudadanía y policía política. Los enfrentamientos que se han producido, desde mi punto de vista podrían, deberían haber sido evitables, pero no ha sido así.
Según la policía, mossos y demás agentes de la autoridad se pretendía desalojar temporalmente la zona para proceder a la limpieza de la misma, y sobre todo a controlar lo que por allí había que pudiera servir para montar alguna situación violenta mañana (que recordemos se juega la final de la Champions con el Barça en la misma) en la celebración o no del resultado del partido.
Hasta ahí considero que las razones «aportadas» por las fuerzas del orden son razonables y que se podría haber procedido a desalojar temporalmente la plaza o lo habría sido otra opción haber ido moviendo el campamento por zonas para que se procediera a limpiar.
Entonces por que se ha llegado a los extremos que se han llegado. Pues doy por supuesto una cosa, que ademas esta en el origen del movimiento 15M, y es la desconfianza generalizada hacía la clase política, hacía la palabra dada por aquellos que ocupan la poltrona que no corresponde nada mas que al pueblo que le ha votado. Un movimiento como este, que socava los cimientos del borreguismo social auto impuesto e impuesto sobre nosotros en los últimos años, tiene un miedo mas que justificado a que la clase política a la que esta atacando en sus privilegios y a la que critica en su actitud actúe en contra del movimiento pretendiendo eliminarlo de las calles a la mas mínima oportunidad. Es por ello que ante cualquier insinuación de quitar la presencia del movimiento de las calles, esté se aferre a las mismas como si de ello dependiera su vida (que así es).
Y ahí entran en choque dos formas distintas de ver y afrontar las cosas. La sociedad ha aprendido (y eso es algo de lo que debemos de estar sumamente orgullosos) que con la violencia no se consigue nada, y que simplemente con resistir los embistes es suficiente para reivindicar y exigir nuestros derechos como ciudadanos. Sin embargo la clase política, aquellos que nos representan y que se sientan en los asientos de congresos, parlamentos, diputaciones o ayuntamientos, y que se sientan en ellos para dialogar y discutir pacíficamente los asuntos y llegar a acuerdos entre los partidos, esos mismos son incapaces de sentarse de igual a igual con ciudadanos, explicar las cosas, buscar soluciones pacificas y llegar a acuerdos beneficiosos para la sociedad. El estado, el poder no negocia. Una vez que ha obtenido el poder (por el medio que sea) ya no vuelve a negociar, sólo sabe imponer su autoridad (autoridad que le hemos dado nosotros, y que ellos continuamente olvidan) mediante el uso coercitivo y violento de la fuerza. Ni siquiera saben utilizar a las fuerzas de orden como medio de presión o de desgaste, no, sólo saben mandar a las tropas de ataque contra el pueblo que las esta manteniendo para su seguridad.
Que gran contradicción que los que deben defender al pueblo sólo defiendan a los que nos mandan.